No sólo Frivolidades

Autoreflexiones de una pensadora compulsiva. Inquieta por naturaleza y con pánico al aburrimiento y a la inactividad.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ira Vs Alegría



Apreciar los detalles del mundo, valorar la vida, estar agradecida por ser capaz de andar, por ser capaz de decirle a los míos que los quiero. Motivos suficientes para conseguir no borrar la sonrisa de la cara. "¿Pero por qué sonríes siempre?", me han preguntado hartas veces. Pues porque soy feliz, porque si. "Pero ¿por qué? ¿Te ha pasado algo? Pareces el anuncio de Colgate".

¿Cómo es posible que la gente no entienda que tenemos motivos suficientes para sonreír? Cuando sonríes contagias a los demás, y los demás sonríen. Creamos un vínculo de bienestar común que te alienta en el disfrute de la vida, de lo cotidiano, y de lo extraordinario. Qué mejor motivo para sonreir que ser conscientesde la fortuna que tenemos al ser capaces de movernos para consolar a los nuestros con un abrazo cuando les haga falta. Podemos ver que el Sol nos ofrece irrepetibles colores cada día. Tenemos techo, ropas, sal y agua, infinitos libros. El agua de la lluvia nos puede mojar, porque podemos salir a la calle si nos da la gana, y nuestra piel tiene la sensibilidad necesaria para notar su humedad.

La madrugada del último domingo me robaron dinero, mi identificación, my Blackberry y la alegría. No soy capaz de sacar esa sonrisa en mi cara, entonces, me miro en el espejo y no me veo. La agresión me ha enturbiado el alma. Por un desalmado que se gastará mi dinero en medicinas, que decidió ganarse su propina propinando golpes, ira y terror.

Puedo llegar a entender que ciertas personas  sean tan desdichadas de no llegar a comprender el porqué de sonreír si no ha ocurrido algo extraordinario. No será tanto porque ellos no tengan motivos para ello, como porque su inteligencia no de para más, o se nieguen a abrir los ojos que si que tienen en la cara; quizá sea simple carencia de actitud. Pero me parece intolerable, brutal y me revienta las entrañas que se encogen en mi pecho el que que haya animales con apariencia humana que canalicen sus vicios descargándose con violencia, horrorizando a quienes si que tienen la actutud de vivir en armonía, haciendo uso orgullosamente de simples sonrisas.

Denuncio que me han robado la alegría, y me han borrado a puñetazos la sonrisa. Ese inculto no me leerá, pero por si acaso, le anuncio bien claro que me voy a echar a la calle, voy a sacar al máximo esa actitud, recargaré mi alma de alegría, y volveré a sonreir. Y ese desgraciado seguirá en la calle, guiado por los demonios, sufriendo hasta consumirse, bien por el vicio, bien por su ira. Porque las batallas no cuentan, esta guerra la gana la alegría.

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