No sólo Frivolidades

Autoreflexiones de una pensadora compulsiva. Inquieta por naturaleza y con pánico al aburrimiento y a la inactividad.

jueves, 14 de octubre de 2010

La muerte de la belleza

Igual que vivimos en una sociedad carente de valores. Nuestro sistema de valores católico está siendo rechazado con el peligro de no tener alguno que los reemplace. Hablo de la sociedad en general, que busca refugio en sucedáneos evasivos. No juzgo ahora si los valores católicos se adecúan o no a nuestro tiempo, lo que temo es la ausencia del suplente. Proclamamos un yo sin regirnos por un patrón que de coherencia a nuestras vidas, llegando a la desorientación.



Cuando eres niño, sin explicarte más te dicen "caca" por meter las manos en la tierra. Pero es que esa visión limpia de la experiencia que es vivir permite que disfrutes la belleza del tacto de la naturaleza. Estamos asesinando el disfrute de la belleza, con con ello, la belleza en si. Lo políticamente correcto limita el estudio visual, está prohibido argumentar por tu aspecto, dejarse llevar por el color. Si eliges un helado simplemente porque el color te fascina, es que no eres racional. Las ciencias están haciendo avanzar al hombre increiblemente, a cambio de reemplazarlo por máquinas y teorías.

La belleza está en el detalle. Debemos educar nuestras miradas, pues de ellas depende apreciar el detalle, desapercibido pasa por nuestro ritmo frenético. No tenemos tiempo de pararnos a prestare atención, y si tubiéramos ese tiepo, ya nos encargaríamos de ocuparlo con "cosas más importantes".

Qué mejor belleza que el cuerpo humano. Lo cubrimos por pudor y complejo, y por estupidez a veces. El patrón actual marca que cubramos esta belleza: maquillajes que modifican nuestras caras, melenas manipuladas hasta ser otras, ropas que distorsionan y cambian por completo nuestros cuerpos. Operaciones estéticas como tareas cotidianas, deforman puntos de exquisita belleza exagerando el pequeño detalle. Ese detalle, el natural, quién se para a verlo. La belleza muere, porque las miradas son vagas, y prefieren seguir unos patrones o moldes establecidos. Así no tenemos que pararnos sentados, a observar para apreciar las diferencias entre seres u objetos. Es más cómodo que me digan lo que debe ser bonito, lo que el otro considera bello, y aceptarlo como un gusto apropiado como personal.




El arte queda en manos de las clases elitistas. A la clase media no nos es tan fácil ser educados en el delicioso campo de la estética (entendido como aquello aprehendido mediante la sensibilidad-sentidos). La Ciencia y la Tecnología es el futuro. Para ser un hombre de provecho, más te vale olvidarte de sandeces y cursiladas, ¿no es así?

El arte es inútil. Inútil es aquello que no pertenece a la eficacia de cubrir una necesidad básica, como comer o resguardarse del frío. El hombre, no sólo ingiere alimentos, sino que hace de ellos un arte y los condimenta para hacerlos bellos a su paladar. Eso es más comprendido en general. Pero igual ocurre con la inutilidad de la pintura, que no es más que la expresión mediante formas, más o menos metodológicas. Expresión como la danza. El detalle de una determinada forma de una ventana.  Y lo estamos perdiendo, porque lo estamos subestimando. Estamos perdiendo nuestros sentidos de apreciación.

Por suerte, es una generalidad y hay mucha gente que es consciente del disfrute de la belleza.

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