No sólo Frivolidades

Autoreflexiones de una pensadora compulsiva. Inquieta por naturaleza y con pánico al aburrimiento y a la inactividad.

martes, 16 de noviembre de 2010

Cuando el mundo se convierte en un gran ombligo redondo...



Cuando el mundo se convierte en un gran ombligo redondo puede ser fascinante, pero en la mayoría de sus veces es aburrido, cansino y efica. Eficaz en cuanto a que los demás terminen evitándote, que nadie te escuche, eficaz a que no veas el mundo más allá de tus narices, los cual es triste. 

Cualquier mínima hazaña o aventura será permantentemente escupida a la mínima de cambio. Ya sea insomnio, que salió un día de fiesta o que plantó tomates con 5 años. Es curioso la capacidad de estos ombliguistas de redirigir cualquier tipo de conversación. Por ejemplo, en caso de que te dignaras a contarle con lágrimas en los ojos que hace escasas horas sufriste una paliza, el discurso derivará en "érase una vez mi viaje a Asturias en el que me intentaron robar el coche aparcado enfrente de una panadería".  PEro no acaba ahía la cosa, para más inri existen: el vecino, la hermana de su ex, un amigo, una amiga, mi padre, mi abuela y mi perro el que tenía un grano en el hocico. O cómo bien diría aquél: "Yo, me, mi, y si no, conmigo". No hay más, es inútil darle vueltas. Da igual que esté en la edad del pavo, en la inocente juventud, acabando la veintena, o en los 50. Y lo dejo ahí, porque soy partidaria de que ante los mayores, hay que echar llave enboca; tienen mucho que enseñarnos.

A veces es cierto que estos ombliguistas puedan despertar cierto interés, admiración o autoridad; pero si de verdad fueran merecedores de ello lo más probable es que cerraran el pico, y abriesen los pabellones auditivos. Escuchando se aprende, y éstos son conscientes: Cuánto más saben, más cuenta se dan de lo que les queda por saber. Ahora bien, esos SON SÓLO 5. Y aún así, hay veces que gusta hablar por el mero hecho de conversar, de tener una comida amena, comentar una película o reirse en compañía. Y eso, querido amigo, es complicado si cada vez que inicias algo, a las 6 palabras te roban la conversación para llevarla al "yo, me, mi, conmigo". Da igual lo que diga el telediario, todo será reconducido al "yo, me, mi, conmigo".

Pero cuando terminas rindiéndote y optas por cerrar la boca, aceptando la inutilidad de cormpartir una conversación amena y equilibrada viene lo más curioso: La introducción a una conversación por parte del ombliguista mediante una pregunta. ¿Por qué? Pues porque, amigo mío, él lo necesita. Necesita iniciar una conversación, ¿cómo si no va a sacar a la luz la belleza de tal redondo ombligo? Da igual, cualquier pregunta vale, cualquier respuesta vale, es indiferente. Todo será reconducido. Todo, como siempre, volverá a acabar en la redondez del ombligo, ya sea por él, por el vecino o por la abuela. 

Querido amigo, si eres ombliguista, escribe un blog, que ya te leerá a quien le interese. Y si no lo eres, espero haberte sacado una sonrisa. Y sólo me queda decir...

2 comentarios:

  • A las 11/16/2010 , Blogger Orzáez ha dicho...

    Aveces somos los pequeños los que venimos a enseñar a los adultos.
    Muy buena reflexión, me ha gustado!
    Te sigo:)

    http://aplaceoverthesky.blogspot.com/

     
  • A las 11/17/2010 , Anonymous Lorenilla ha dicho...

    jajajajaj, hay mucho ombliguista a nuestro alrededor...
    PD: me has sacado más que una sonrisa...(jeje)

     

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Saludos!

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